viernes, 28 de enero de 2011

NOTA DE TAPA :: REVISA NÚMERO 50 :: FEBRERO DE 2011 :: Las mochilas de los niños y los docentes al inicio del ciclo escolar



Por Lic. Susana Italia


Les propongo iniciar esta lectura comentando escenas de la vida escolar.


La maestra de primer grado le dice a una colega, estoy contenta porque el año próximo recibo a muchos hermanitos de niños que he tenido, ojalá sean como ellos en conducta y rendimiento.

  • En una reunión de docentes la directora en ejercicio, indica a las responsables del grado en curso, cuáles serán los desplazamientos para el año próximo, así la docente de 5to. grado pasará a 1er. grado, en el nuevo ciclo lectivo .Se escucha, en un murmullo, nuevamente a rearmar mi mochila.

  • Un pequeño asiste con su padre para conocer el jardín de infantes dónde cursará el año próximo. La directora les hace recorrer los espacios comunes y el papá le dice al niño, “….ojito que acá hay que hacerle caso a la señorita.”

  • Una mamá se encuentra en la peluquería con otra mamá, y se ponen a comentar las experiencias de sus hijos en la escuela. Se escucha: “….sería bueno que les toque la señorita del año pasado es tan buena, no grita y no les da tarea a los niños.”

  • Una docente principiante, cuenta a sus amigas el miedo que le genera iniciar el próximo año, su trabajo como docente en el nivel primario.

  • La abuela le dice a su nieto, “…que lindo ya vas a empezar el jardín, tenes que portarte bien y hacer lo que dice la señorita.”

Podríamos continuar así con infinitas escenas y estamos seguros que ustedes tendrán muchas más. El elemento común que nos convoca en las mismas, es el inicio escolar, tanto en el NIVEL INICIAL, con sus dos ciclos, como en la EP (enseñanza primaria).

Pensemos en los padres, seguro que han de armar las mochilas de los niños con diferentes materiales, herramientas e instrumentos para trabajar en clase, y aquí estamos en presencia de la mochila real. Sin embargo, al mismo tiempo en los niños se genera la construcción de una mochila simbólica. La abuela que habla de portarse bien y hacer lo que dice la señorita, el papá que enuncia acá hay que hacerle caso a la señorita.

El niño referente de estos fantasmas que circulan por el imaginario de sus familiares, se encuentra atrapado en infinitos significados que desde su mirada, su impronta no tienen respuesta.
Su pensamiento aún concreto, con transiciones entre lo mágico y lo real, no puede suponer que se quiere decir con estos términos. El conoce su grupo primario, su familia, su entorno, sus amiguitos, ¿qué es portarse bien?, será cantar, bailar, jugar o quedarse quietito, cómo cuando vamos al médico con dolor de barriga. Será hacer lo que hacemos en la casa del abuelo, jugar, mojar el patio, caminar por la plaza. Respuestas no tiene, en el discurso solo hay indicaciones sobre qué hacer y no hacer.

Para los que ya fueron al jardín e inician otro ciclo, sus miradas están impregnadas de lo vivido en ese espacio de aprendizaje, juegos, canciones, tiempos de compartir alimentos, cuentos, salidas. Una docente que acompaña, no impide las preguntas, que dialoga, que ante el error no castiga, sanciona. En el jardín, los tiempos son diferentes, no hay timbre de recreo, una actividad se enlaza con la otra desde escuchar un cuento y luego dramatizarlo, cantar una canción y luego bailarla. El desayuno o la merienda son espacios de tertulia entre los niños y las docentes.

Es seguro que su tarea en la EP, se ha de contextualizar de diferenta manera, ya los tiempos están determinados por el toque del recreo, los espacios de juego están restringidos, no se puede correr. Las actividades no tienen al juego como método de trabajo, el cuento, raro que se dramatice. Las apreciaciones sobre las tareas tienen un valor numérico, y aparece la calificación, el boletín que da cuenta de nuestro desempeño. Las comunicaciones a mamá copiarlas, no olvidarlas porque si no, al otro día, estás perdido, no hay recursos, para la tarea debías haberlos traído.

En fin, la serie es inacabable, el niño está ahí con su mochila simbólica, callada que no se ve y no entiende porque está llena de mandatos, finalmente, no hace nada, no sea cosa que se porte mal. Hacer caso es quedarse quieto, no hablar, no pararse, no jugar. La escuela se vuelve tediosa, y, ahora, los adultos no entienden.

Por lo tanto, a los padres en su encuentro con el inicio de un ciclo escolar, recordar.
  • No hablar con los hijos de sus experiencias escolares.
    Jugar con los hijos, como lo hacían en la escuela.
    Narrarles cuentos cuyo contenido tenga que ver con experiencias de inicio.
    No dejar mandatos.
    Abrir espacios de construcción sobre la nueva experiencia.
    Llevarlos a conocer la institución, brindarles confianza.
    Llenar su mochila de certezas, cómo te lo imaginas. No hacer comentarios fuera de contextos.
    Bajarse del discurso del mejor alumno.
    Brindarle recursos para que se exprese.
    No compararlo con hermanos, primos, vecinos.
    Evitar prejuicios sobre la escuela o docente.
    Autorizar al docente.
    Escuchar a su hijo.
    Compartir con compañeros actividades no escolares.



Hablemos ahora de la mochila simbólica del docente, que lo encuentra inmerso desde su propia construcción simbólica. Es actor y protagonista, está construido desde una relación dialéctica que lo configura y des-configura.


En las escenas cotidianas, queda atrapado en su mirada cuando habla del grupo. Los grupos se constituyen desde la mirada de los otros, en un espacio y un tiempo que no se repite, que es único en la red de tareas que lo convocan. Por lo tanto, no hay certezas, el trabajo en el aula debe configurarse nuevamente, y aquí es dónde cunde la ansiedad, ¿qué hago, puedo repetir estrategias? La respuesta es no, des-construyo para volver a co-coconstruir, (porque necesito de otros adultos significativos para el niño, para armar algunas aproximaciones sobre él mismo), desde el aquí y el ahora del grupo escolar.


Me corro del currículum oculto, para dar espacio a lo observado, lo vivido desde la mirada de un niño, que espera de mí, no aquello que se introdujo en su mochila simbólica, sino aquello que él puede armar desde sus significaciones contextuadas en el marco de su grupo de pertenencia primario.


Anticipo acciones que la han de brindar al niño seguridades;

Si bien las entrevistas para padres o tutores, están predeterminadas en cada institución, es conveniente leerlas, agregarles información que, dada nuestra forma de trabajar, resulte importante para nuestro diagnóstico a nivel sala o año. Actualizarlas en caso de encontrarlas hechas.


Encontrarse con el docente del ciclo, curso anterior, para relevar datos de la biografía escolar del niño, si ya hay experiencia previa. Leer el registro de observaciones del niño, comprender su forma de aproximarse al conocimiento. Saber de su capital social y cultural.


Entrevistar al niño, desde la mirada, sostenerlo, constituirnos en una figura de apego, poder mirarlo sin prejuicios, saber de sus necesidades, posibilidades, escucharlo, compartir su juego, escuchar sus propuestas, saber de sus olores, respetar sus tiempos. Construir un espacio de aprendizaje entre todos. Esto quiere decir no presentar al niño todo ya determinado, hacerlo partícipe de ese espacio. Siempre se cuida más aquello que fue construido desde las propias inquietudes. No a la sala ya toda distribuida, no al salón de clase estructurado en sectores, por ejemplo, carteleras de cumpleaños, meses del año, dejar hacer.


Compartir todos los espacios posibles en ese primer tiempo de escolarización, es decir, estar acompañando a los maestros especiales, participar de sus propuestas, no dejarlos. Deben ir paulatinamente accediendo al espacio físico y temporal, para tomar confianza en sí mismo y en el grupo. No dar nada por obvio, volver sobre los aprendizajes.


Resulta evidente que es mucho el trabajo del maestro en este primer momento que se ha llamado según las épocas período inicial, o de adaptación, o de diagnóstico. En realidad creo que las terminologías a veces resultan un chaleco de fuerza si nos ceñimos a ellas de manera literal, es una etapa más que está organizada desde la institución educativa, pero cada docente, en un marco de autonomía, la configurará según su propia historia personal y desde la mirada de los niños.
Es importante acceder en este tiempo a todo tipo de información teórica para encarar los procesos de aprendizaje-enseñanza, la usina será el diseño curricular del nivel. Después no van a ser las editoriales las que determinen su desarrollo, sino nuestro criterio de selección entre varias para facilitar las actividades de los niños, los contenidos significativos desde las características de la edad.


A los maestros en su encuentro con el inicio escolar, recordar:

• Dar lugar a la creatividad propia.
• No dejarse llevar por estereotipos.
• Abrirse a lo por conocer.
• No caratular a los niños.
• Esperarlos con regocijo, la niñez es portadora de alegrías.
• Apropiarse ustedes primero de los espacios, para poder después compartirlos.
• Mirar y escuchar al niño.
• Atender a los padres, contener sus expectativas.
• No cansarse de informar.
• Anticipar escenas.
• Compartir con colegas y especialistas inquietudes.



Finalmente, las mochilas ya están preparadas a nivel de lo real, dejemos transitar las mochilas subjetivas desde nuestro universo simbólico, no nos llevemos por miradas definitivas, construyamos entre todos un ambiente que dé cuenta, de lo que tanto anhelamos en la educación: calidad de vida educativa.